¿Tu jefe también vive en tu celular?

• Son las 10:03 p.m, estás en tu sofá, el último trago de café se enfrió, los niños ya duermen y tu pareja te mira con cara de: “¿Otra vez vas a revisar el celular?”
  Y tú, sin decir nada, ya lo desbloqueaste.

  Porque prrr.

  Un mensaje acaba de entrar. Ciertamente, no es de tu madre, ni del grupo de amigos.
  Peor aún: es del grupo de WhatsApp del trabajo.

  Sí. Es del jefe. El que, con tono de “solo por favor”, te escribe: “¿Me podrías revisar esto para mañana?”

  No es una orden… Pero tú ya estás escribiendo, con los ojos cansados y el alma a medias.

  Porque no responder duele más que obedecer.

  Y sin que nadie toque tu puerta, tu hogar ya se ha convertido también en tu oficina. Si tu tiempo libre, ya es tiempo prestado y tu paz, en una deuda pendiente con el jefe.

  Esto no es productividad. Es colonización digital. Y como en una guerra, es una ocupación silenciosa:
  sin uniformes,
  sin tanques,
  pero con un arma más poderosa —la más peligrosa—: Tu teléfono.

  Pero eso no es todo, pues en el grupo de WhatsApp de tu oficina, tu voz es tu condena

  Si, esa nota de voz donde dices: “Este cliente es un desastre, no entiende ni lo básico…” No es un desahogo, es un testimonio en tu contra y no, no es paranoia.

  La Corte Constitucional de Colombia ya lo confirmó cuando en 2017 (véase sentencia 574 de dicho año), resolviendo un caso contra Nutresa, marcó un antes y un después. Allí, un empleado envió audios a un grupo llamado “Distribución Cúcuta”, nada extremo. Frustraciones, quejas, desahogos. Cosas que todos decimos. Cosas que todos pensamos.

  Pero la empresa los usó como prueba en un proceso disciplinario. El empelado gritó: “¡Mi intimidad fue violada!” Y la Corte respondió, fría como un contrato: “No hubo violación.”

  ¿Por qué?

  Porque introdujeron una bomba jurídica: la expectativa razonable de privacidad.

  Traducción:

  Si entras a un grupo de trabajo, no puedes asumir que estás en el chat familiar con tus tías y hermanas. Lo que dices allí no es privado, es semiprivado.

  ¿Y qué es “semiprivado”?

  • Público: todos pueden verla.

  • Privado: como tu historial médico, solo con orden judicial.

  • Reservado: casi inaccesible.

  • Semiprivado: aquí cae tu chat laboral.

  Y en este espacio gris, todo puede circular. Entre jefes, entre recursos humanos, entre quien tenga poder, pues no hay secreto, ni confidencialidad y mucho menos un: “esto no lo cuento”.

  Además del uso de grupos de WhatsApp, cabe preguntarse: ¿tiene tu jefe el derecho de inspeccionar el computador que está en la oficina y que la empresa te ha asignado para tus labores y extraer de allí contenido personal —incluso fotografías íntimas—? ¿Podría utilizar esa información en un proceso disciplinario en tu contra?

  El celular: ¿tuyo o de la empresa?

  Aquí la contradicción duele: Usas tu número, tu celular y tu plan de datos. Pero lo que dices en ese chat…ya no te pertenece. La oficina virtual no es tu sala, es un espacio semiprivado, donde todo lo que dices puede ser usado, archivado y hasta expuesto.

  El derecho a desconectarte ya no es un deseo. Es una ley, donde se establece el derecho a la desconexión laboral, que no es opcional, es obligatorio.

  La Ley 2191 de 2022, conocida como Ley de Desconexión Laboral en Colombia, reconoce y protege el derecho de trabajadores y servidores públicos a desconectarse: a no ser contactados por asuntos laborales durante sus horas de descanso, licencias, días festivos o vacaciones.

  La norma obliga a las empresas y entidades públicas a diseñar e implementar políticas claras de desconexión digital, con un objetivo central: preservar el equilibrio entre la vida personal y el trabajo, evitando la invasión constante del tiempo privado.

  Claro está, existen excepciones: aplican para quienes ocupan cargos de dirección, confianza o manejo —donde la disponibilidad puede ser inherente al rol—, así como en situaciones de fuerza mayor o caso fortuito, donde la urgencia justifica la interrupción.

  Entonces, ¿qué hacemos? Aquí te damos las recomendaciones para empleados y para empleadores, al tiempo que profundizamos aún más en estos temas.

  * Conexión Consciente es una comunidad a la que lo invitamos a sumarse y que tiene un objetivo claro: inspirar a las personas a reflexionar sobre cómo implementar procesos de comunicación asertiva y el uso adecuado de las redes sociales, para fomentar un uso más responsable, empático y positivo del entorno digital.

  No se trata de desconectarnos, sino de conectarnos mejor: con nosotros mismos, con los demás y con el impacto que generamos con cada publicación, comentario o like.